El menú, el ecuatoriano y las tetas

Si quieres mirarte en un espejo, come sólo.

Me ha atendido un ecuatoriano. Tiene cara de Federico Lippi, aplastada por la bondad. Es el mismo que hace un mes, cuando dos moritos con look macarra entraron en el bar les preguntó: ¿Qué van a tomar los señores? Ahí me enamoró. Yo también le gusto. La ensalada lleva maíz y la lechuga es francesa, pero por lo menos le ponen huevo duro. Digamos que es la cuota de amor que lleva el plato. En el restaurante hay gotelé y ocre ¡Y cuadros de Kandinski! Y en esto que ha llegado el escalope con sabor a mediapensión. Y claro, uno sólo ¿qué iba a hacer?. Ponerse a mirar las tetas. Podría vivir sin sexo –de hecho creo que vivo sin él- Pero no podría vivir sin mirar ni imaginar lo que debajo de cada camiseta. Helado y café. Y antes de pensar en mi vida, en la poca audiencia del programa y los pocos comments de mi blog, pues eso... me he subido a escribir esto.