Cuento de junio

En el último cerro de Úbeda se ha rodado una película de Rohmer. Hubiera preferido participar como espectador en lugar de personaje y disfrutar también de las tramas en las que yo no papel. El protagonista era Carlos. Tiene algo de Enrique San Francisco, pero en realidad tira más a Newman, Lo que creo que es, es un Ed Wood en color capaz de manejarse en el far west tan bien como los de Brokeback Mountain. Estaban don Quijote y Sancho que intercambiaban sus papeles según conveniencia; y la novia del protagonista que, aunque no necesitaba este papel, lo bordó, porque es de esas personas que disfrutan haciendo las cosas bien. Estaba la belleza a largo plazo de Paco. Y Noemí, que le ha robado la melancolía a Bergman y se trajo su belleza fría y saltarina. Tiene también algo de logotipo de empresa japonesa. Aitor, que divisa el mundo a traves de un pañuelo de seda, lo dio todo por la producción. A veces parecía un cubo de Rubick, satinado y brillante, y daban ganas de jugar con él, aunque a veces ponía nerviosa a Almudena, que, esta vez, subcontrató el amor y se convirtió en sujeto pasivo. Ella era la protagonista femenina, principio y final de todo lo ocurrido delante y detrás de la cámara. Y la que se ha llevado el premio de crítica y público y el especial del jurado. Había una doncella fuerte, que ha desarrollado toda su carrera en el cine británico, que baila con la vida, y que puede con todo. Luego estaban los sustantivos: el dintel de los chichones, la mano que mueve la vinagreta, estaba Sísifo y la Economía de la atención, un montón de periódicos desperdigados, un par de perros a los que quise querer y una higuera que no necesita higos.

Llegué a casa y puse a Ben Harper. Saqué la poca ropa sucia y pensé si sobre mí pesa alguna maldición que me condena a estar rodeado de mujeres maravillosas y sólo. Pero no: la respuesta es que he superado con creces mis expectativas más optimistas.

Sonia, una trapecista de la mirada llegó bien. Bien. Está muy bien
Voy a echar el tiempo atrás para hacer

lo mismo, y empezar a esperar.