sábado, julio 24, 2010

barroco

El sabado arrecia, tanto que llego a Fellini, a su circo y a su barroco, como uno más, sin singularizarme, cansado de patear tiendas de muebles donde sólo una línea delagada que no manejo separa la almoneda del anticuario.

La butaca deportiva no es lo que era; porque los éxitos también casan y porque rompí con la cadena Ser para siempre, sobre todo por su sistema de ascensos, tan similar a los de mi sector.

Tengo a Vila Matas enseñándome a jugar en la vida, ahí, sobre la mesa, dentro de un libro; pero el juego exige un ocio demasiado filosófico. De todos modos, tiraré los dados esta noche, que las pulsiones sexuales sin resolver entre gente que se aprecia deben ser inmediatamente resueltas.

La ensalada de arroz estaba en mi mente y ahora en el bol