martes, junio 08, 2010

Entre actos



El tapicero de mi barrio tiene un pequeño local. De ahí sale, diariamente, el sonido martilleado de las grapas que se incrustan en sus nuevas residencias. Una chica muy fea cruza el sonido y el local llorando de par en par. Da mucha pena.

El otro día olvidé un importante documento en el techo de una furgoneta en Islas Filipinas. La carpeta viajó en el vehículo hasta que se bajó/deslizó en Alonso Martínez. Alguien la rescató, abrió y localizó mi número. Llamó para devolverla. Fue estupendo.

Las cebollas de mi barrio pican y aunque las pongo en vinagre un rato antes de la ensalada siguen picando. El precio de las cebollas dulces no está a mi alcance.

Este fin de semana he sido completamente incapaz de desfcifrar qué querían contarme un lugar como La Manga y una escritora como Virginia Woolf.

2 Comments:

Anonymous gárgara said...

qué bonita historia la de tu documento viajero
¿qué lees de Virginia Woolf?
¿qué tal la playa?

9:19 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Una opción para que las cebollas no piquen es pasarlas un poco por la sartén con aceite. Ese mismo aceite, templado, puede servirte para aliñar la ensalada (templado está bueno). Las cebollas están más dulces y dejan de picar.

10:56 p. m.  

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