lunes, enero 07, 2013

Una noche triste la tiene cualquiera


El misterioso caso de Benjamin Button es una película llena de cosas bonitas pero bastante mejorable. Como mi vida. El talento de Scott Fitzgerald está presente en diálogos brillantes que hablan de la dificultad de la diferencia. Me ha dejado melancólico, como esta mañana el cementerio de San Justo, el lugar más triste en el que he estado en los últimos años; o como Bach ahora.

Dice Jesús que por qué no me conformo con ser la idea que la gente tiene de mí. Y me dicen muchas cosas bonitas más al cabo del día pero no consigo tratar la vida con la decisión y la confianza del carnicero que, ayer, enrollaba una falda de ternera albergando en su interior, ya para siempre, un estupendo relleno, que hoy mismo será ya matambre en cualquier mesa familiar de mi barrio. ¡Oh! esas manos fuertes de semidios urbano.

Este blog es la casa donde vivo y aquí no me avergüenza mostrar mis sentimientos, reconocer que tengo problemas serios con la soledad, porque la franqueza, además de poesía, es un antídoto contra la tristeza y más ahora que sé que todo se pasa, que solo hay que esperar a que algo procedente del exterior ocurra mientras leo a John Dos Passos y me hago un zumo de limón para que el hígado descanse de tanto abuso, y me acusto a solas con el transistor recordando  otras noches con los mismos silencios y un montón más de vida. 


4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

No dejes nunca el blog.

1:23 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

1:32 a. m.  
Anonymous Elisa said...

Te seguiré siempre, en tu blog y en la vida...

5:40 p. m.  
Anonymous Sani said...

Eres bueno Antón, muy bueno...Como escritor y más aún como persona. Me alegro de haberme cruzado contigo por el camino...

3:18 p. m.  

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