jueves, julio 28, 2005

Hoy me siento...Delibes

El hijo llegó hace una semana. Con la muerte detrás y la pena dentro. Treinta años sin verse más que suficientes para morir sin verse; pero está de vuelta. Y ahora, sin hablarse, comparten los pinchos de la vida. El padre, pinchos de zarza; el hijo, los pinchos del caballo. Y los dos se miran como pensando: somos los últimos, el último pastor y el último yonki. Vaya plan. Los dos van a morir; uno sin prisa y el otro sin vida. Necesitarán más comida de lo que Mariano tiene pensado comer. Donde come uno no comen dos. Y la pensión es de veinte mil para todo. Para el chamizo donde viven; para la comida también. Para el Ducados. Padre e hijo esperando morir de viejos, de hambre y de Sida.

Ya está su pie en el ribazo. Ya pisa su bota rastrojos de trigo segado. Los de la cosecha de este año a mil kilos la hectárea, los que llevan al secadero del pueblo de al lado. Antes, en los buenos tiempos, los remolques, y pase esto por metonimia sobrevenida, paraban a pesar en la báscula, la del Ricardo, que la tenía cercana al corral. Se da media vuelta para verlo. Un corral con aspiraciones de cuadrado, crucificado por unas canales de madera y, en una esquina, un establo semi cubierto para el destete de los corderos. Cercano en la mirada, a un kilómetro, una caseta medio derruida donde tractoristas y cosechadores iban y venía y a veces paraban a echar un pitillo y un porrón de vino con gas. Esos fueron los últimos saludos visitantes que recibió Mariano. Los de casa, los agricultores ya se fueron, vendieron la herramienta, y las cuatro ovejas, mataron los pollos y dejaron el pueblo en su llanura y a Mariano en solitario. Un año duró la Raca, la perra pastora, fiel y muerta.

Llevan toda la mañana y media tarde. No ha disparado. Pisan sin dejar huella por donde pisaron arados, traíllas, molones, algún cultivador y cosechadoras. Ahora todo yelmo. Mean y no dejan ni la gota. Una perdiz en cuatro días.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Me cuesta mucho leer novela española.
Me da la impresión de que lo que puedo aprender lo se ya por vivir aquí.
Sospecho que me equivoco, pero simpre cojo primero el libro con apellido extranjero.
No he leido a Delibes, y digo esto porque estoy escribiendo sin leer el post. Quizá lo lea ahora a ver que dice.

12:18 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

NO SABES LO QUE TE PIERDES. AL DE LA NOVELA ESPAÑOLA Y SOBRETODOOOO DELIBES¡¡¡¡ NUNCA ES TARDE.

1:46 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Delibes es uno de mis preferidos. Creo haber leído casi toda su obra (creo que toda, pero me curo en salud).

Sin embargo me quedo con Cipriano Salcedo (El hereje)que me enamoró con su "jeitinho" de antihéroe a lo Faulkner pero en castellano.

Y lo voy a volver a leer, ahora que me lo recuerdas

anTón, que tengo unas ganas de quemarme el culo en Fuerteventura que no te imaginas!!!

Pico

2:25 p. m.  

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