lunes, agosto 08, 2005

Soy lo que la dependienta ve en mí

Si algo soy en la vida es cliente.
De bares sobre todo. Este fin de semana he dejado los bares y me he convertido en cliente de comercios. Empecé comprando casita para cucarachas, no para que vivan, sino para que mueran. La dependienta, hija de la telebasura afirmaba sin vergüenza: Esto no sirve pa' na'. En H&M la dependienta fue más honesta: me vio cara de ladrón y no dudó en sospechar que había robado un par de calcetines amarillos. Una vez más yo era inocente. En Habitat me jugueteó el dependiente: no me vio cara de ladrón sino de maricón. Jugué con él y le compré un regalo a V. Reservé una mesa en un restaurante para seis. Se cayeron dos invitadas y horas después llamé para advertir que nos valdría con una mesa de cuatro. El maitre no me vio ni maricón ni truhán. Me vio señor.
Momento Thysem. Mostré un cipoll guarripeich de mi santa empresa para entrar gratis. Ella pudo mirarme y sonreír, y darme la invitación; pero no. Prefirió darme un consejo no pedido: la próxima vez traiga el carné de prensa. Y me dio la invitación. Los dos sabíamos que mi cipoll era birrioso pero suficiente para pasar. Si el mundo lo poblase gente que te sonríe y te permite que se la cueles sería maravilloso. Ella prefirió el consejo. Rancia como el camarero y el cliente de un bar que llevaban la misma camiseta. Tampoco quisieron sonreírse.

Por lo demás Moby, Morcheeba y yo hemos pasado fin de semana maravilloso. Los tres estamos contentos. Ellos lo dicen en sus discos y yo en el blog.

5 Comments:

Blogger Andrea said...

Yo por al tarde mostré el mismo cipoll que tú y me dejaron pasar sin problemas.

5:34 p. m.  
Blogger el que es como yo said...

El cliente siempre tiene razón. Siempre hay que hacer lo que diga el cliente. Porque el cliente es como el director general del comercio, incluso por encima del dueño. Así que la próxima vez que te encuentres con un dependiente díscolo, aprecia en su amargura ese poco de política revolucionaria que tú, como todos, deberíamos llevar dentro.

5:39 p. m.  
Blogger Galahan said...

Yo quiero un cipoll!

A parte de eso, si queréis ver mal rollo en un dependiente id a Castellón y pedid un zapato, por ejemplo, en una zapatería. No se qué ocurre en esa ciudad pero les enerva que vayan a sus comercios a comprar.

6:05 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

yo quiero ser cipoll...

1:33 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Yo quiero ser sonrisa.

8:36 p. m.  

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