viernes, julio 29, 2005

Viva Descartes



La primera vez que llegué a esta oficina yo era un pajarito pisando mármol. Fue él quien me enseño dónde estaban los archivos compartidos, el café, los clips, el restaurante con aceite malo, los guiones antiguos y muchas cosas más. Han pasado seis meses y ha seguido enseñándome, a obedecer, a implicarme lo justo, el sistema jerárquico, los crawlls y ha respondido a todas las preguntas que le hago diariamente a bocajarro. ¿Te has dado cuenta que A. es una gran mujer? ¿Has hecho tríos? ¿Crees que A. ha vendido su alma al diablo? ¿Te parece atractivo X? ¿Te masturbaste ayer? Muchas veces me responde lo quiero oír pero siempre la verdad. Comemos juntos. Le encantan las aceitunas. Una día me contó que su padre vendía aceitunas y me pareció poesía pura.
Cuando termine este trabajo no nos veremos más, no me presentará a su novio ni cenaremos sushi en su casa ni en la mía. No me llamará para preguntarme qué tal ni yo tampoco.

Ayer se hizo todo el trabajo de cabo a rabo así que le pregunté: M.A. ¿Tú que prefieres, los cabos o los rabos? Me contestó, los rabos, claro. Y siguió frente al escritorio de su ordenador. Es tan ordenado que cierra todos los documentos cuando no escribe.

7 Comments:

Blogger Andrea said...

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8:28 p. m.  
Blogger Galahan said...

Si tu trabajas con M.A... ¿entonces eres Murdock??

8:39 p. m.  
Blogger Andrea said...

Las relaciones hay que cuidarlas y si los dos ponéis de vuestra parte y realmente queréis mantener el contacto, lo tendréis.

Al fin y al cabo cada uno elige a sus amigos.

8:47 p. m.  
Blogger anTón said...

No es adoración. Es una visión fría de mi primera relación fría. Es la confirmación de algo que nunco he podido explicar bien: el verbo querer supera al verbo amar.

9:05 p. m.  
Blogger el que es como yo said...

No creo que exista en este mundo dos personas más diferentes que Antón y yo. Por eso la fascinación es mutua. Los dos nos observamos meticulosamente como dos seres raros. Porque, la verdad, los dos somos muy muy raros y nos divierte mucho nuestra rareza. Me parece increíble que los demás no sean sinceros. Yo lo soy. Y Antón también. Y no soy un ángel, lo que pasa es que Antón me lo perdona todo, porque mis maldades le divierten. El mal es cuadriculado. Antón es redondito y bueno, como un ángel.

3:08 p. m.  
Blogger Andrea said...

¡¿Qué Antón es como una ángel?!

3:15 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Sinceridad y amistad son dos palabras absolutamente desgastadas por el MAL uso

Pic

3:20 p. m.  

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