martes, diciembre 11, 2012

¡Pero qué bien organiza las cosas esta mujer!

Las personas salían de todas partes, también de misa. Sin gritar y encarritados tomaban la ciudad como el aceite toma la tostada. Hablaban de temperatura y de sensaión térmica. Así era el pueblo, enladrillado y silencioso, frío y soleado, con río,  monte, árboles y deseos.
Eduardo llevaba la llaves de la catedral en el bolsillo y minutos después daba un curso rápido de restauración en el que dejó claras las dos reglas básicas: reversibilidad e identificación. Más tarde salió el concepto "esgrafiado" pero este último lo olvidaré rápidamente. No así los árboles fosilizados ni las primeras pinturas rupestres que vi en mi vida, así como el concepto "tiempo histórico" que comprende todo lo ocurrido desde los sumerios hasta hoy (ayer, más bien). El curso terminó por la noche en la que se habló de la homosexualidad del clero y se demostró que donde hay niños no se come bien. Quedó así envuelto el puente medieval con Bach de fondo y hombres barbados con forro polar y pareja, con pinta de parecerse entre sí como si fuesen cuñados, puente en el que Manuel me dijo: "me gustaría tener más carácter para ponerte en tu sitio". Santi jaleó la frase y yo me quedé pensando en aquella servilleta que volaba con dos corazones pintados que se llevaba el viento.