la sabiduría de Carmela

-Sirves a dos amos y probablemente estás intoxicado desde la infancia -dijo el profesor de yoga al que estaba por ahí de paso con un cargamento de vida encima tan grande que le costaba girar cuando las esquinas sorprendían con algún estrechamiento. En eso pensaba cuando descubrió a la leal Carmela Soprano, que sin hacerse preguntas ni buscar las respuestas atesoraba la sabiduría de quien ya tiene la experiencia de las cosas minutos antes de que sucedan. Carmela, en una conversación a base de silencios y monosílabos pactaba amor eterno con el Dr House con quien tomaba te en la calle Corrientes, que aquella mañana, se movía porque la llevaba dentro de un pequeño maletín Roberto Bolaño. En esos momentos la nieve provocaba equivocaciones en los teléfonos de la gente (sonaban a destiempo).
En una estrella fugaz viajaba Virginia a repetir lospasos propios rumbo a San Francisco con la primera meta volante situada en Castro St. y todas las demás en el Chinatown, muy cerca de donde todo se empina y se desempina.
Cerró el País tras leer una entrevista a Obama comprada al New York Times y pensó que en el deseado, había algo de Fernando VII.