Las música de entonces

Aquellos días azules y rubios de San Francisco de Sales tenían, además del color, el olor de la dulzura y el algodón de las camisetas blancas para dormir. Pero no conseguía recordar su música. Me la ha traído aquella banda sonora de El cocinero y demás de Michael Nyman.
Estos días, en cada minuto, vivo con el fragor y la locura de una nota sostenida de Nyman. Tan pasado de moda como él, tan turbio como su música, tan repleto como un plano de Greenaway, fuerte y rocoso, audaz, firme.
Como un tanguero que baila con la vida como si ésta fuera una japonesa delgada de largos brazos en un duelo a muerte privado y feliz.
Estos días, en cada minuto, vivo con el fragor y la locura de una nota sostenida de Nyman. Tan pasado de moda como él, tan turbio como su música, tan repleto como un plano de Greenaway, fuerte y rocoso, audaz, firme.
Como un tanguero que baila con la vida como si ésta fuera una japonesa delgada de largos brazos en un duelo a muerte privado y feliz.
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