Las cosas...
Ella le llevó flores a
él y él le compró un cepillo de dientes para guardar en su casa. Así es
como se dijeron lo mismo mientras sus miradas resbalaron por los cuerpos
mutuos y gotearon y encharcaron las alfombras del presente con lágrimas de
amor espeso poco antes de fundirse, de solapar sus pisadas, de converger
los caminos. Difundieron lo suyo con un megáfono desentrenado y grave que
expelía alaridos de humo y dejaba su huella sobre el silencio azul.
Entonces, todavía no sabían lo que mucho que se amaban.
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