lunes, diciembre 12, 2005

maravillosamente civilizado

-No había vista una espalda como la tuya.
Lástima que quien me dijo esta frase fuese una masajista que flipaba ante la cantidad de contracturas que iba deshaciendo. Pero yo me sentí bien, como cuando el dentista que te decía de pequeño: -has sido muy valiente. Pero dejemos los dientes.
Imagino que cada contractura tuviese una fecha y un autor. Debo tener un par de la infancia, otra del cumpleaños de Carol y dos más de cuando pienso en el futuro. Al resto, le podría poner nombre y apellidos pero paso. Me imagino una laaarga espada con una cruz en cada contractura en la que viene el nombre de quien me la produjo.
Esto, lo del masaje, fue poco antes de que Marcos me explicase diferencias entre Erwin Olaf y Olaf nosequé. En uno de sus happening tres personajes enseñan su soledad y las ganas que de que pase algo, aunque sea malo. Jorge me cuenta que en la boda donde estuvo la música era tan mala que se fue a una cena de trabajadores de Repsol, dos salas más abajo. No le dejaron entrar. Propongo vetar a Repsol durante un mes. El sábado me permití, contra todo pronóstico, quedarme en casa con dos buenos planes y pensando si esa decisión cambiaría mi vida. La vida no sé pero este lunes sí.
Lastima que el sábado muchas pelotas se me fueron por un palmo.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¡como han cambiado los tiempos!, antes la gente donde intentaba colarse era en las bodas

11:38 a. m.  

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