lunes, agosto 04, 2008

las historias de la playa

El adolescente mayor se dio cuenta de que las historias que durante años había buscado en aquella playa confortable y familiar no iban a suceder nunca . Lo supo cuando sobre sus cabeza, a unos cuantos pies, una avioneta arrastraba un cartel publicitario de un centro comercial cercano.
Esperó por si caían pelotas de Nivea, pero como esto no sucedió miró de reojo el color amarillo de una novedad de Anagrama y con el sonido del motor en off vio cinco historias seguidas que apuntó esquemáticamente en un cuaderno guerrero:
Historia 1: la del poligonero que acompañaba a su abuelo en el paseo marítimo y matutino para compensar los desastres del fin de semana con más pastillas que de costumbre y no juanolas, precisamente.
Historia 2: La de las dos cuñadasque, cansadas de competir por chorradas, se habían hecho amigas.
Historia 3: La de la señora arrugada por la melanina y los deseos nunca satisfechos pero presentes que se resiste a llevar una silla plegable como hacen las viejas e insiste en las esterilla que se compró ayer, mientras saboreaba un cucurucho de pistacho y grand marnier sin cucharilla.
Historia 4: La de madre con hijos en tensión permanente en el supermercado playero ante los precios -según su criterio- mucho más caros que en el carrefour de Zaragoza, su lugar de residencia.
Historia 5: La del padre de dos niños que sabe que no podrá aguantar mucho más todas las mentiras que cruzan el Ford Focus recién comprado del que suben y bajan cinco personas cada día como quien hace punto o macramé.
Estas eran las historias de la playa -pensó mientras la avioneta, en un giro setentero, venía dispuesta a sobrevolarle otra vez ¿quien sabe? para ayudarle con más histotrias.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Seguro que el poligonero de la historia número uno era fisioterapeuta...:)

11:10 a. m.  

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