miércoles, septiembre 23, 2009

Nueva gran ciudad

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Me lo parece a mí o la Gran Vía brilla a las diez de la noche de peluquerías abiertas, los bares de siempre abiertos y las tiendas de ahora, también abiertas. Que la calle Hortaleza se sacude en su primer tramo el mate de sus enjambres de mala gente y que al entrar en Fuencarral se acomoda uno como si fuese el bajo de una banda a quien el solista acaba de presentar al riff de su instrumento.
Lleva años buscando una cita en los Jardines del Moro pero siempre llega solo y tarde y mira a los neo amantes rebozarse de amor mañanero y flagrante, quizá clandestino y a la belleza turista y dulce intercambiarse cámaras y disparos; los bancos vacíos donde fumar a gusto y luego pulula bajo el palacio aborbonado que aguanta bien y firme
mientras espera que la espada del destino le corte una vez más la cabeza a la hidra del azar. Antes de entrar en la esgrima óptica del vagón de metro hay una monja blanca y otra negra, las dos de blanco y negro que siembran el camino pisado bajo sus pies de bondad y exotismo.
Ridículo -escribe Elliot- el triste tiempo perdido extendiéndose antes y después.

2 Comments:

Anonymous gargara said...

los bares de siempre no quedan lo demás lo reconozco todo, que buena sensación la de sentirse bajo ayer la tuve allí mismo, no me gusta la palabra pulula, me encanta lo de la esgrima óptica del metro la practico a diario

1:57 a. m.  
Anonymous maria said...

esta exuberante y colorido y ademas revoloteas, como abejorro en flor de neón

8:37 p. m.  

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