viernes, marzo 11, 2011

Roomba

Nos hemos conocido hace poco y no ha sido fácil. Incluso Manuel tuvo que mediar en nuestra incipiente relación. Los dos hemos tenido que ceder hasta que hoy, al fin, ha llegado el etentendimiento. Roomba, el aspirador inteligente, ya rastrea mi casa y se ha convertido en el terror de las pelusas. El sonido, como la magdalena de Proust, me lleva a la infancia, a los días felices de reyes y a aquellos juguetes de motorización incipiente. Aquellos días donde no faltaba de nada, excepto libertad y ternura.
Escuchar a Roomba da una felicidad sólo comparable a cuando consigues que el pescatero te dé unas espinas de rape gratis y, fuerzas la máquina, y le sacas dos cabezas de besugo también.
Además de mi nuevo amigo he hecho las paces con Fairy y con Colón, dos productos que nunca debí mensospreciar en aras de una clasicismo retro (mistol/ariel) mal entendido.

Y ahora el gran hallazgo: desde ayer lleno los ceniceros (seis o más) con tierra perfumada para que los gatos meen o lo que sea. He aquí la solución a todos los olores.

3 Comments:

Anonymous gárgara said...

¡que bello idilio!

debo ser retroclásica yo también, soy más de Mistol que de Fairy aunque cunda menos...

lo de los gatos no lo pillo, oyes

11:52 p. m.  
Anonymous Manuel said...

cómo me alegro de que el/la roomba haya encontrado un hogar!

12:05 a. m.  
Blogger ESPACIO TRACER said...

Veo que no perdemis el tiempo....

Lu

12:02 p. m.  

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