sábado, junio 04, 2011

Festival

Esa danzarina está desnuda y blanca de tanto espejo. Nunca se debió hacer aquel tatuaje.
Por la calle Arenal camina una mujer de negro con violonchelo. Lleva en la mirada la tristeza de tanto ensayo no correspondido.
Al tercer vino blanco, verdejo y ácido, caigo en una trampa hecha con madera de boj y no sé cómo termino colgando de una árbol desde donde veo exploradores británicos con cascos ovalados y a Tarzán, que viaja de liana en liana.
Paso el día amarrando y desamarrando las cosas.