martes, junio 28, 2011

las pérdidas de los viajes

En los viajes buenos también se quedan cosas por el camino. Mi chándal y yo hemos caminado juntos durante diez años. Ha estado en momentos íntimos, casi siempre buenos y ha llegado su hora, de puro uso. Se ha dejado su piel en sus caricias a la mía. Descanse en paz.
Los palacios de Jane Austen, las intrigas y los conflictos de clase alta también los dejé en el cabo de Gata, juntos a los príncipes de Dostoieski y los absurdos de las clases en decadencia. Ahí se quedaron; volveré a anagrama a las cosas de mi siglo.
Y también se quedó el propio espacio. San José es un contenedr de esperiencias buenas en mi vida y un espacio cruzado por las comarcales más bonitas del mundo. Pero es desierto también en belleza humana y calor. También ha llegado el tiempo de dosificarnos el uno al otro. Es la hora de Cádiz, ciudad portuaria y cuerpos bellos guisados en su propia salsa.