sábado, agosto 25, 2012

Cerdeña y el mar II

Pero  la vida del respetable y la vida del buhonero nos distanció de pronto. Había un abismo entre él y yo, entre mi camino y el suyo. Era un alma afín, pero con una diferencia sin remedio. Había en él algo sórdido y él lo sabía. Por eso estaba siempre algo borracho. Sin embargo, son las almas de lobo solitario las que más me gustan; me gustan más que las almas de los corderos. Si por dentro no se sintieran tan mestizos… Lógicamente un buhonero tiene que sentirse mestizo, descarriado. Es una lástima que las almas indomables, las del lobo solitario siempre terminen convertidas en parias, y casi por decisión propia: simples buhoneros.