Jazmín

Me cuenta una amiga que el otro día le dijo a un chico que acababa de conocer: Me voy a casa ¿te vienes? -y el chico (por cierto, negro) dijo que sí. ¡Felicidades a los dos! Estas cosas ya no pasan y el diálogo en sí mismo es el segundo mejor de la historia. El primero es: tu amiga me gusta, ¿yo le gusto?
En una cafetería me he encontrado a una treintañera con un bolso de Carolina Herrera, una agenda y una revista. Si tuviese que construir ése personaje no podría decir más de él.
Fuentes bien informadas me aseguran que la princesa Letizia, debido a su in vitro, no hará más puenting en Buenafuente. Todos los sentiremos.

En la línea de los últimos días en mi oficina ha aparecido un bote de pastillinchis.

No sabía lo que era el jazmín. Me sonaba a Rubén Darío, con diferencia, el tema más aburrido de la literatura de COU.
Hace un año me compré uno. En uno de mis contadísimos viajes inventé un sistema de regadío de manera que cuando volví el jazmín estaba completamente seco.
Lo di por muerto pero a los pocos días resucitó y se quedó con un aspecto enfermizo y frágil.

Con ese mismo aspecto estaba yo en enero debido sobre todo al paro y al frío. Nos prometimos el jazmín y yo que llegaríamos hasta el verano. Él tenía cuatro hojas y yo cuatro euros.

Ahora, cada noche, cuando llego a casa lo veo más grande más y más frondoso.