sábado, julio 30, 2011

Café roto

Todavía hay gente así, pensó mientras terminaba su café italiano. Dos mujeres lejos aún de los cuarenta eligieron la mesa de al lado para ponerse al corriente de sus últimos movimientos sociales. El intercambilo de golpes, a gran volumen, no cesaría ya durante los próximos treinta minutos. Ellas no dudaban, no flaqueaban ni necesitaban medir la palabras. No calibraban el interés que producía en la otra la última despedida de soltera de su amiga, el nuevo ascenso de su pareja o el viaje de sus cuñados por las islas griegas. El carrusel de anécdotas arebató a la mañana todo su silencio en una locución cansina y aburrida. Si se levantó no fue por esto. Fue porque eran incapaces de escucharse.