domingo, abril 28, 2013

Buenas noches

Esta mañana, antes de desayunar, me he cruzado en el portal con uno de los espectáculos más fácilmente representables, una visión de  significado contundente y simbolismo unívoco: esto es, la mudanza. Geométricas y acartonadas ahí estaban las cajas apiladas en cuya gigantez hubiera querido pasar un rato pensando en la alegría que supone que un nuevo vecino llegue a tu casa. Todo se ha estropeado al leer en una de ellas "habitación hijo".

Escribe Caballero Bonald que "el problema del libro no está en los millones de pobres que apenas saben leer y escribir, sino en los millones de universitarios que no quieren leer sino escribir".

Hay días en los que uno entra ensigo mismo y siente que su páncreas es un piano sobre el que tocan unos dedos pacíficos algo Chopin, su cerebro es de nube cursi y el sentido del tacto se lo pasa pipa acariciando el sofá de su casa o los recuerdos, o amansando sus propias expectativas. Y uno se deja acariciar, así de fácil.