martes, mayo 12, 2009

Veraneo

En Las Negras una pareja de hippies se quitan sus caretas y se aman de verdad, abrazados sin mariguana. Un poco más a la derecha otra pareja hace lo mismo. Me desnudo por fuera; nadie lo hace por dentro. En la carretera de Los Escullos todo es amarillo y verde, como los tractores John Deere. En ese camino estrecho y amplio a la vez mi coche está tan contento como un perro de ciudad al que le llévan a cualquier parque sin porqué aparente.
En San José dobles parejas de alemanes, calvos ellos y con pelo corto y gris ellas, se llevan bien y no protestan. Ellos no vivieron a Hitler y se nota. A las doce de la noche las cocineras son las primeras en salir de los restaurantres playeros. Se quedan algo más los camareros, conciencias solitarias que quieren desentrañar el mundo. Luego se juntan en cualquier pub y no les dejan pagar, al menos la primera.
Una tórtola se ha perdido entre tantas cigüeñas pero es aceptada en el grupo. Un perro suicida no tiene tanta suerte. No sabe que la pala no es para cortar; es para separar. Vagabundea entre las cunetas.