domingo, abril 12, 2009

El japonés

La crisis de los treinta le llegó a los treinta y cinco y, la de los cuarenta, a los treinta y seis
Tiene a sus hijos y a su mujer, claro. Hoy es domingo y come sólo. Aprovechando el humor neutro de ella y la presencia de su suegra no sube a casa tras una mañana de deporte. En el Nagoya, un japonés cercano a a su trabajo, come como si fuera martes: pide miso, maki y sahimi y mira a las parejas de jóvenes agrupadas y sin agrupar con estudios terminado ya disparados en el inicio de su carrera profesional. Están tan cerca de él que se siente partícipe de esa conversación. Las miradas de amor son las que le quedan lejos; no salen de la mesa. Se siente rebosado por la juventud de ellos pero le da igual. Al menos maneja los palillos, esta es su única ventaja.

Anda por ahí una familia como la suya.

Ella no ha encontrado a nadie. Tiene 33 y no tiene prisa. Baja sólo con el EPS y lo ojea. No mira a nadie ni devuelve las oferta de mirada. Es seria y trabaja duro. Pasa los fines de semana en meetic.com sin ardor ni furia retrasando para más tarde el placer garantizado si es que esa persona diferente a la que busca fuera capaz de darle placer. Su madre le deja en paz y ella sólo espera. Está libre y cuando aparece un recoveco de tristeza se lo quita como si fuera una manchita de chocolate. Ha pedido miso, maki y sahimi.
Le lleva una gran ventaja.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

y la vida sigue...
Domo arigatô gozaimashita.
Yukie

11:09 p. m.  

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