miércoles, agosto 29, 2007

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!


Pensaba yo que podríamos habernos metido en una botella de ron y arrojarnos al océano y pasar dos o tres décadas flotándonos y rozándonos acariciados por el cristal transparente y sujetando el corcho para no mojarnos de agua de mar.

O que una cápsula como aquéllas de los primeros éxtasis de los 90 nos recubriera y, una vez convertidos en polvo, fuéramos ingeridos por una adolescente que por una mala digestión nos hubiera mantenido disueltos en su intestino delgado una buena temporada, hasta que decidiéramos desempolvarnos a nosotros mismos

O tampoco hubiera estado mal subirnos a un autobús que cruce la carretera panamericana y haber sido secuestrados por una milicia panameña y ser confinados a un estrecho zulo con una trampilla por donde nos arrojarían mangos y papayas como corresponde a la manutención necesaria para que un grupo de rehenes sigan vivos mientras esperan un rescate que nadie pagaría.

Un día, tienes que creeerme.