jueves, agosto 18, 2011

Querida,



Hay un pueblo en Ávila que tiene un río y unas cuantas pozas. También hay un palacio imponente medio roto donde hoy mismo, dentro de una exposición, cuelga una humilde pieza que se llama La musculatura de la memoria. Aunque le falta arte es simpática. La pensamos entre Manuel y yo y estará ahí durante dos meses.
Si quieres puedo cocer unos huevos duros para el viaje y podemos ir a verla. Luego en el río saltaremos entre las piedras y pasaremos del frío del agua al calor de las rocas. Y cuando estemos secos tomaremos una cerveza con limón que nos despeje las sienes.

Al lado hay una casita de cristal donde podremos dormir.

Yo iría. Así, sabremos. Y te contaré la historia de aquel librespensador que a la edad de los divorcios tuvo la suerte de seguir deseando como en la adolescencia porque no había conseguido todavía nada. Bueno, había conseguido a Proust.

viernes, agosto 12, 2011

la camarera de azul y el hombre maduro


No había visto a nadie caminar así, suspendida y la vez firme. Tenía 21 años y llevaba un mandil azul. Entre ellos había algo de eso que no se sabe lo que es y pasa cuando lo cotidiano se convierte en necesario. Hablaban del café, de tiempo y de los días que ella libraba. Ella llevaba una bandeja; él un libro de Lawrence Durrell y unas gafas oscuras que, con la excusa del sol, utilizaba para mirarle a escondidas. Aquel día era el único cliente y todo estaba en silencio.Un día de estos tengo que invitarla a la exposicion de Antonio López -pensó.
Buscó algo que había escrito unos días antes:
Aquí, en el mercado, el silencio es el tiempo en miniatura, como el tiempo de Proust, como un cuadro de Antonio López como el ventilador amarillento de un heladería de provincias.

La única posibilidad de que acepte -pensó- es que conozca a Durrell.


domingo, agosto 07, 2011

La ajenidad

En la Sala Picasso del Círculo de Bellas Artes hay una tarima de pino melis que te quita el hipo. Además, en la paredes, Cristina García Rodero expone lo que supongo es parte de su universo. No conecto con ella por su ajenidad y porque fuerza la máquina para documentar algo que en mí no exixte; pero seguro que es culpa mía. Me va más la madera.
Maruja. Torres y Rosa Montero han convertido sus columnas en un listado de agradecimientos.Las felicito por la laxitud de su jefe pero lo siento mucho porque Maruja me daba ganas de vivir. Ahora, del semanal, sólo nos queda el olor recién desembolsado y alguna foto de Jero que tampoco suele documentar, precisamente, lo que está pasando.

Si crees que lo que tienes enfrente, (eso), es lo que me mececes, no te preocupes. Puedes llegar al límite, arriesga. Siempre estaré aquí. Esperando.

viernes, agosto 05, 2011

Melodrama

He visto otra película en la que él, tras un shock, borra de su memoria todo lo ocurrido en los últimos veinte años. De lo único que se acuerda es de lo real-mente- rele-vante. Y claro, se va a buscar a la chica que nunca debió dejar ante el enfurecimiento de su mujer, una mojigata victoriana que cree que su marido miente y que eso de que ha perdido la memoria es un truco. Yo estoy con ella. Pero no estaría mal un buen shock para separar, nosotros mismos, nuestros polvos y nuestras pajas.

Ni viendo los frutos de Douglas Sirk consigo comprender las claves del melodrama. Esto lo he leído por ahí: el melodrama es, en cierto modo, una "literatura del desastre", es decir, una manera de concebir la relación entre el bien y el mal donde no cabe la responsabilidad humana como motor de la trama. Los sucesos les ocurren a los personajes, que se constituyen como elementos pasivos sobre los cuales se ciernen las desgracias y los desastres del mundo. Los protagonistas, acorralados por la fatalidad de sus destinos, afrontan las situaciones de amor y de muerte sin que la sombra de la duda los detenga. Ya me lo avisó Joseba

He empezado En busca del tiempo perdido. Quizá me quede grande, quizá me cambie la vida. No voy en busca de tiempo, que siempre lo empleé mal pero a fondo. Sólo busco ritmo.

miércoles, agosto 03, 2011

Días con huella

He hecho un pacto con mi mesa. Le permito que recuerde los surcos de los chupitos de whiski que me tomo de vez en cuando, un whiski furtivo, nada que ver con el diplomático que lo toma diariamente como parte de una rutina a lo Grahan Green. Pero ella está loca por dejarse marcar -masoquimo incipiente- por algun cigarrillo que apoyo sobre ella dejando la punta caliente al vacío. Eso no se lo permito.

Un andamio crece bajo mi balcón como una trepadora que todo lo invade. Lo recibiré como merece; con inexperiencia. Y al operario también, con la misma inexperiencia de quien nunca ha ha visto a nadie asomarse por su ventana de un cuarto piso.

Tengo un televisor y un exprimidor de naranjas en perfecto estado. Pero los tres sabemos que necesitan ser sustituidos por máquinas nuevas. Retraso el momento de eenfrentarme a ellos y decirles que hemos terminado.