días rebosantes
Vi un señor tomar un café con pinta de buena persona, su maletín de cuero cargado de muestras, que leía un periódico a mitad de la mañana. Dejó el local y sentí la necesidad de hacer algo por él, aunque igual no necesitaba nada. Vi sus gafas olvidadas y salí corriendo por la calle sagasta: ¡señor, señor! Se las dí y fui feliz. Fui feliz también en la junta de distrito de centro. Atienden al público una china y un marroquí.
Llegué a Paul Klee, demasiadas rectas para mi poco fuelle. Si estás cansado valen más unas palabras de Jesus Ferrero (existir/vivir) que unos colores de la Bauhaus. A Savater, contertulio de profesión, no le encuentras un gramo de literatura en su sangre, estés cansado o no.
Escuché después a Amancio Prada que siempre me recuerda a Omar, amigo, ex amigo y cadáver ya hasta en mi memoria. La vida es un rodillo que tampoco respeta las muertes ajenas. Supongo que la propia, sí.