Big fish

El cine bueno me hace llorar y también mejor persona.
La franqueza me humedece los ojos más de lo que lo hace la fantasía.
Pero no me hace mejor.

Si Jodoroski se entera...

Cuando me separé, compré un corazón rojo y lo puse de felpudo. Llevo seis años pisando un corazón rojo, cada mañana, al salir de la ducha, goteando.
Estaba pensando en tirarlo...

Manhattan

No creo que a Mariel Hemingway le guste San Fermín. Le gusta Woody Allen en Manhattan y le da una lección a él, a los demás personajes y a todos los hombres del planeta. Y termina diciéndole: tienes que confiar en la gente.
Conocí a una chica que había visto Manhattan dos veces por semana a lo largo de los diez últimos años. No confió en mí y me regaló el papel de Mariel. Ella fue la que hizo de Woody, de hombre vanidoso, egoísta, incapaz de escuchar y confiado en su superioridad sobre cualquier mujer que acaba en su cama. Yo la miraba y estaba a punto de empezarla amar y no entendía por qué argumentaba y se autolegitimaba verbalmente cuando sólo había que quererse.
Lo que son las cosas.

Retrato en el auto.

Soy un veterano de mi vida,
joven
que la da la misma poca importancia
a mis defectos
que
a mis virtudes,
ansioso por vivir y a la vez cansado.
Feliz más en lo singular que
en lo cotidiano ,
y aburrido en la espera,
cualquier espera,
como la un autobús de pago.
Que ha cumplidos los sueños de plástico
y ha gastado los vicios buenos y los malos;
que reserva por internet
un billete a lo importante.

Tengo una perolita de gazpacho
debajo de montón de cervezas verdes
un libro de Auster marcado
y piso suelo encerado.
En una servilleta de sábado
acristalada y llorosa
hay siete números más un fijo
y un feo hotmail de mujer,
un libro de poemas sin marcar
y un segundo saque de Nadal,
debajo de un trabajo bueno.