miércoles, julio 29, 2009

La piscina de la Autónoma

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Los tatutajes se abren camino entre las toallas y las chicas se despelotan con y sin miedo. Las duchas, más firmes que nunca, vigilan la piscina donde unos forzudos nadan con bañadores deportivos. Fer se pone crema en la calva; una veterana se quita los pelitos de pezón y otra más joven de la entrepierna, esta vez con pinzas. Un adolescente deja correr una pelota de tenis a lo largo de la espalda de su amante padre y una chica escribe a boli sobre la pierna de su novio. Hay cocacolas con pajita, bocadillos de pavo, chicas con gorra y maceteros llenos de colillas que trabajan en verano como ceniceros con licencia; también alguna baraja y trasiego de bikinis húmedos y secos que se quitan y se ponen sin estrategias prevista. Preside una gran cruz roja que parece un cuadro de Warhol. No hay niños y se transmite un ambiente civilizado y nórdico. En silencio, los bañistas piensan en la jornada laboral de la mañana y sólo las pieles cercanas le sacan de sus problemas. Por eso están aquí, para naturalizarse y mirarse en las espaldas brillantes de la belleza. Esta noche tenemos plan.

Una mirada rebota en la suya y desaparecen las dos.

jueves, julio 23, 2009

Un paseíto por San Berí

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Un comercial mirando de reojo a una cangura andina, la farmacéutica se echa un pito algo alejada de su local, un par de vendepisos ya tiene tu reforma preparada, un quiromasajista con ganas de hacer caja, una señora de toda la vida, malilla y cascada, atasca el mostrador de la herboristería; unos cuantos separados compran fruta, una cuarentona mira de reojo, luego otra. Un policía nacional más achulado que nunca tiene a su cargo el corte de la calle; una mendiga, mendiga y se pone negra del sol a traición; una pastelería argentina vende Rosamonte, una tienda de mobiliario desfasado abre en agosto a ver si cuela, un conserje hace la sustitución, las campanas de Iglesia suenan peor que en los pueblos, una terraza de hojalata, un Día remozado, un corte de caballero, un pito ensordecedor de gama media, un kiosco con los periódicos en quinto plano, una tahona cierra a las cuatro con persiana eléctrica; hay zapaterías feas y ferreterías varias.

En casa, muchos metros y poca luz. Nabokov con gabardina amarilla y compacta define la belleza de las chicas que le cruzan la vida así: un árbol distante y solitario destacando en un horizonte dorado; ondulaciones luminosas en el arco interior de un puente; algo completamente inalcanzable.

martes, julio 21, 2009

La vida y yo

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Un artículo de Vila-Matas, que llama fuego azul al jazz; una miradita a Leibovitz que pasó su infancia mirando a través del marco de una ventanilla de coche. Una consulta en internet sobre los ingredientes del Tabulé; una visita a varios pisos en oferta, un paseo, un Nespreso en casa, unas llamadas, unos planes de fin de semana, pasear una gafas nuevas, un hacerse con la pantalla táctil, un cuarto de kilo de paraguayas y no te olvides del perejil, unas contraventanas de madera, de Madrid. Un post, un fregote con los Héroes al fondo, terminar el dominical hasta Javier Marías, pensar en Loriga-Cercas, que escriben lo mismo pero en diferente persona. Un calle sagasta, una luchana, un café italiano donde siempre, un guiso experimento con la salsa teriyaki, los fichajes, el calor, las citas...

...cuando llevas la misma velocidad que lleva la vida

lunes, julio 20, 2009

Factotum

¿A dónde van las mujeres que te dejan?
Y los hombres a los que dejan después ¿dónde van?
¿Dónde van las últimas copas que no tomaste?
Y los besos que no te dieron
¿a dónde van?
¿Dónde va todo lo ocurre cuando tu vecina cierra la contraventana?
¿Dónde van los amigos que te fallaron?
¿A dónde van?
La soledad que no empleas,
las ideas no vendidas,
las letras de las pizarras blancas que se borran
¿A dónde van?
¿A dónde va ese avión que pasa por encima de tu cabeza?
¿A dónde va el trabajo que no quieres hacer?
¿A dónde van los ruidos que se calman, las luces apagadas, las cosas que no se hacen?

viernes, julio 17, 2009

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El restaurante estaba lleno. Como bailarinas, los camareros se escurría entre las mesas con paellas mixtas, arroces caldosos, doradas al espalda y algún plato de boloñosa para los niños que incordiaban a sus padres y a todos los que estuviesen cerca. Un grupo de almerienses recién llegados de la capital elevaban su tono de voz en conversaciones estériles y los franceses y francesas se miraban a los ojos diciendo verdades. Algún solitario la miraba. En la cocina, el hermano de José, Antonio, cortaba de manera frenética cebollas y pimientos a la vez que sus alaridos ponían en tensión a pinches y cocineros. La camarera más joven se dedicaba a las bebidas refrescantes y a los postres, y a retirar los restos de las mesas que habían terminado su cena. Arrugaba los manteles de papel convirtiéndolos en un gurruño donde quedaban atrapados los sobrecitos de azúcar, restos de pan, patatas fritas y despistadas y alguna colilla. Después volvía a montar la mesa con sus manteles blancos, los cubiertos brillantes, las servilletas y las copas de cristal duro. Las tarjetas de crédito tiraban del carro y los jefes de familia firmaban los resguardos sin preocuparse del qué pasará. José nunca se sentía desbordado. Se movía bien y entregaba las cartas, las sonrisas y los platos con guarnición con un espíritu generoso, como lo era él el día que decidía serlo. De vez cuando los cocineros se enzarzaban con los camareros o entre ellos mismos. Antonio ponía orden y una voz en primer plano gritaba: ¡a ver esta dorada que lleva dos horas aquí! Y el camarero le contestaba: ¿y la ensalada de la catorce? ¿dónde coño está la ensalada marinera que te pedí hace una hora?

martes, julio 14, 2009

El flasbac

Se le acaba de colar un flashback entre las rendijas de una contraventana de madera tan veraniega como Gregory Peck que, vestido de aviador, cruza Birmania con un herido, sudor, y poco agua. Mientras, frente a la televisión de tubo, el humo hace nubes delante de un melodrama clásico en una sesión de madrugada. Igual que ahora, entonces esperaba los fichajes del Real Zaragoza, tenía los pies cansados del deporte piscinero que asalta sin avisar, los apuntes de Derecho Publicitario con cita en Septiembre y una madre que aparecía y desaparecía por los pasillos con insomnio y ganas de hablar. Gregory Peck está llegando por fin hasta el río, llena la cantimplora y salva al herido.
Poco antes de que Gregory se case con pibón oriental y dulce, en el sofá de Hábitat, entierra el paréntesis de una forma de vida; se ve las entradas y las arrugas, el desgaste y las lesiones.
Se asume.
Su mente está en vías de desarrollo.

lunes, julio 13, 2009

El sado en tendencia

No se puede mostrar la imagen “http://2.bp.blogspot.com/_QF906bSI_AY/SD-vy3a5TVI/AAAAAAAABdw/0XMBzl8D3Ms/s400/lapianista.jpg” porque contiene errores.
Los conductores de rallies, los motociclistas, los montañeros, los cocainómanos, toreros y banderilleros, los de Fórmula uno, los jonkies y los fakires, los terroristas y los atracadores juegan con la muerte.
Los ludópatas juegan con la vida
Y por encima de ellos sobrevuela la pianista

jueves, julio 09, 2009

Un poco de Virginia...















es mucho.

martes, julio 07, 2009

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La calles que rondan a Castellana; Caracas, Almagro, Españoleto, Marqués de Riscal, Zurbarán, el Café del Espejo, los paseos de verano hasta la puerta del Thyssen con su permanente, las señoras que fueron profesoras de secundaria, queriendo entrar gratis, el té con hierbabuena una terraza sin ruido, la calle en obras y un par de taladros despistados que disimulan y piensan que, como es verano, no molestan. Aquel chico guapo de la mochila. Los autobuses turísticos, los Dráculas con su padre en el kiosco de enfrente de Correos. La compra de ropa interior, el dominical de El País. Unas botellas de Burdeos, medio kilo de queso de Burgos, un rato en el metro desde Alonso Martínez hasta La Latina, el saludo con un medio amigo y el chino estará abierto. El salmorejo, las croquetas sin harina, una ensalada de rúcula y algún tomate seco. Los brasileños del Conde Duque, la ITV en San Sebastián de los Reyes, el Real Madrid, la visita al ginecólogo en Cuatro Caminos, los regalos de navidad, un concierto en Príncipe de Vergara y otro helado, a cualquier hora, en el Vips. Los planes planeados, los sobrevenidos, los locos, los imposibles, un viaje para aprender francés, el antiguo Alphaville, internet y una compañía de danza de Estocolmo. Una cena, algo de fútbol en la tele de su novio, de su ex novio. El Liceo Alemán, el yoga.

A Carlota Valtravieso todo le quedaba lejos; estaba en mitad de un desierto con un desastre de hombre, en un coche viejo, llena de sol y de deseo y abandonada a su suerte por ella misma. Si hubiera tenido palabras guardadas le hubiera pedido a José que parase en el Jardín Botánico de Rodalquilar. Si las tenía, no las encontró. Ya estaba abierta, como partida en dos.

domingo, julio 05, 2009

De madrid de visita














Por la mañana Mar, como cada vez que la veo, me muestra el camino de la amistad en la que creo que y que tanto echo de menos en Madrid. Es dulce y verdadera y se rodea de mujeres como ella, entre las que desfilo, en la tarde entre las carrozas del orgullo, producto de nuestra generación y fruto de nuestra aventura por la vida. Me emociona y me dejo llevar con una lata cerveza entre el tumulto de la Gran Vía, hasta que aparece un carricoche con las siglas de UPy D lo que me hace huir hacia Montera y plantarme en unos minutos antes dos espléndidos pollos rellenos de jamón, queso y Jorge. En la cena Manuel y Marcos se disfrutan mientras practican sus cirugías sobre los comportamientos humanos, ante la atenta mirada de una mesa relajada y brillante, sin densidad y afable, y verdadera. Pienso que todos nos iremos pronto de Madrid y que volveremos sin las expectativas cumplidas. En la madrugada paso a saludar a Cris y Laura que manejan en la noche contenidos de los días. Ahora escribo esto con medio orfidal, que la discoteca de abajo pincha thriller tras tras thriller y me devuelven todo el ruido que debo a los vecinos de Madrid.
El día anterior despedimos a María en esta terraza. Ya está fuera y volverá cargada de nuevas aventuras y quizá algún rollete racial. Le vendrá bien simplificar los planes. En África tiene pinta de ser fácil.
Podría decirse, como cierre, que tengo bastantes ganas de follar.