sábado, mayo 30, 2009

dureza

Te quiero Tom y no deso hacerte daño, cariño, pero no tengo remedio. No es que esté embarazada; eso es un cuento que me inventé, aunque sí es verdad que perdí un ovario en una operación. Pero la cuestión es que soy una maníaca sexual: necesito un hombre detrás de otro. Te echaría a perder la vida.
Se lo dijeron a Tenessee Williams. Yo no podría soportar escuchárselo a alguien. Por cierto que su heterosexualidad inicial no ha sido la única sorpresa ensus memorias. De repente el último verano le parece un película muy mala.
Por lo demás no parece que fuera muy feliz.

sábado, mayo 23, 2009

El umbral




Ayer una barca con pescador buscaba pargos y brecas en las cercanías de mi balcón. Me abrió la puerta del horizonte y me atreví a mirar. Me gustaría escribir: besé a una travesti y luego la golpeée. Pero nada, y menos el papel binario, resiste el plagio. Los días de la vida son los bocetos previos a cualquier obra, pero para la literatura hace falta el hambre. Por aquí camina ahora Joseba con quien entablo duelos al sol, en psicopatía y tenis. Me gana en ambos. Le da igual lo que de él piense –me dice, en lo que es una pirueta mucho más que física, alambicada y definitivamente elevada de lo que es la amistad que, cuando no crece, declina. Paco Umbral sí se atreve a decir: “Hombre solo en los oros rojos de las edades,/hombre solo, me siento cuando nada se incendia./ Hombre contra mí mismo, en sí mismo resumido, abandonado y sólo de tantas claridades”.

¿No te da pena romper el PACK de dos tetrabriks de leche de soja? ¿Cuánto tiempo llevarán juntos, pegados y felices?. ¡Hasta que un cuchillo raje su unión!

¿Se puede pasar quince días utilizando como menaje de cocina sólo el cuchillo citado anteriormente y un exprimidor de zumos de plástico? Sí; se puede. ¡Y se debe!

martes, mayo 19, 2009

Mi coche y yo (Al otro lado de Las Negras)


Ambos disfrutamos de una salud excelente. Sin aludir a la edad. Pero de vez en cuando nos quejamos. Ayer fue él quien lo hizo, pero en el taller de San Isidro enseguida han dicho eso de bah noesh ná. Se ha soltao un poco y nah más. Son die euro. Para celebrarlo le he comprado una par de altavoces nuevos para escuchar a La Lupe y a Portishead por la comarcales almerienses. Y no sólo eso: también he seguido los consejos de una de las cuatro frescas con las que pasé un fin de semana hermoso y nos hemos ido (mi coche y yo) a Aguamarga a leer El País. Crecidos en la victoria y con ganas de dejar más kilómetros a nuestros pies, llegamos después a Carboneras para vsitar (él no ha entrado) el Hotel Dorado donde años atrás se alojaban losingenieros que trabajaban en la mina de Rodalquilar como el padre de Gárgara y los Charlton Hestons que venían a rodar desiertos como westerns.

Antes de llegar nos habíamos fijado en el dedo de una autoestopista hippie y la hemos subido. Ella no quiso jugar. Vivía en san Marcos, pueblo ocupado en la orilla del mar. Su olor a sudor no encajaba para alguien que vive a unos metros del agua. Pero el problema estaba en sus pies cuyos efluvios casi perforan la junta de la culata (y de la mía). La dejamos en Campohermoso, donde iba a comprar carne. Una experiencia okupa faltará siempre en mi biografía. Y se siente.

En el camino de vuelta hemos encontrado un Mercadona, lugar donde jamás entré pese a su buena reputación. El coche quería que entrase a comprar un pack 12 de agua Solans de Cabras, de bonito envase y mejor sabor. Pero no me ha apetecido así que se ha dado el día por suficiente dejando para esta noche la guinda de cada día: El retrato de una dama que da consejos como este a su protagonista y mí mismo: vive como más te agrade, que tu carácter se irá haciendo él sólo poco a poco. A ti te conviene casi todo; las excepciones son muy pocas y disponer de una buena renta no es una de ellas. Luego añadió-: Tienes demasiada capacidad para pensar y, sobre todo, demasiada conciencia. Es increíble la cantidad de cosas que te parecen mal. Purga tu fiebre, abre las alas y levanta el vuelo, que no hay nada malo en ello

sábado, mayo 16, 2009

Justo cuando escribes en tu biografía una nueva frase que se llama: ya sólo fuma:

Los camareros y las camareras, ayudantes de barra, pinches, jefes de rango, cocineros y cocineras y propietarios pasean hasta sus lugares de trabajo, limpios, casi relucientes como exige las hostelería de costa, a punto ya de ponerse sus uniformes. A las once menos cinco de la mañana.

Son personajes con relieve capaces de girar mucho más de lo que ellos creen, expatriados como yo, que llegaron en su día a desmadejarse y llegado el momento en el que el último metro del ovillo se derramó en horizontal, no supieron volver a enmadejarse, poner remedio a ese desorden y cerrarse de otra manera, para volverse a abrir después. Y así debieron hacerlo, sucesivamente, hasta que un día cualquiera habrían sido otra cosa, igual de mejor o de peor, sin uniforme y sintiendo la exclusión de ese mundo pero celebrando su libertad, mientras en un veraneo en ese mismo chiringuito playero se quedasen mirando el mecanismo de un azucarero.

Pero no lo hicieron


martes, mayo 12, 2009

Retrato de una dama


Tengo un banda de música en mi antecamara -le dijo una vez-. Tiene orden de tocar sin cesar y me presta dos servicios excelentes. Evita que los ruidos del mundo entero entren en mis aposentos y hace que el mundo piense que dentro hay baile. Henry James

Veraneo

En Las Negras una pareja de hippies se quitan sus caretas y se aman de verdad, abrazados sin mariguana. Un poco más a la derecha otra pareja hace lo mismo. Me desnudo por fuera; nadie lo hace por dentro. En la carretera de Los Escullos todo es amarillo y verde, como los tractores John Deere. En ese camino estrecho y amplio a la vez mi coche está tan contento como un perro de ciudad al que le llévan a cualquier parque sin porqué aparente.
En San José dobles parejas de alemanes, calvos ellos y con pelo corto y gris ellas, se llevan bien y no protestan. Ellos no vivieron a Hitler y se nota. A las doce de la noche las cocineras son las primeras en salir de los restaurantres playeros. Se quedan algo más los camareros, conciencias solitarias que quieren desentrañar el mundo. Luego se juntan en cualquier pub y no les dejan pagar, al menos la primera.
Una tórtola se ha perdido entre tantas cigüeñas pero es aceptada en el grupo. Un perro suicida no tiene tanta suerte. No sabe que la pala no es para cortar; es para separar. Vagabundea entre las cunetas.

lunes, mayo 04, 2009

El día perfecto para comprarse unos camper

http://mld.ursinus.edu/%7Ejarana/Ejercicios/self-check/pintores/sorolla1.gif
...y vio las carreteras desmadejadas por fin. Que el desierto de Almería -supuso, sería antes como un ovillo de sendas y caminejos flotando como nenúfares sobre el mar antes de ser asfaltados. Esos mismos caminos son los que se abrían ahora paso en su cabeza y empezaron a tener algo más que un principio y un fin. Eran casi un estado.

Y tan fácil como dedujo esto lo vio todo blanco, no solo en los cuadros de Sorolla, que aquella mañana contenían los mismos niños costumbristas que devoraron a Sebastian el hijo de Katherin Hepburn en un práctica sexual TOTAL. Vio blanco sobre blanco y después se dejó ir en un vagón de metro donde las parejas de meetic.com daban un plus de amor a los domingos, camino de algún sitio con final feliz.

Subió a la superficie a la altura de la Latina donde se producía la explosión de belleza recién salida de la ducha y la rueda del ipod pasó de largo sin detenerse en Leonard Cohen; paró en los cubanos de Buenavista Club Social quienes le le ayudaron a cargar con los ingredientes de un paella a punto de ya no ser. En ese momento Maruja Torres decía que el futuro le pillará con carnes blandas pero con la tecnología de punta. No era su caso. Y en lugar de desear tomarse un gin tonic en en Beirut encontró la ternura donde siempre había estado, entre los suyos, ternura blanca, la que es capaz de desanudar las cadenas de eslabones contruidos con las decisiones equivocadas. Una cadena que a veces se te pega al corazón como un marcapasos y sólo se te despega desmadejando en tu cabeza las venas del mapa geografico de tus neurosis.

A las doce de la noche, cuando llegó a casa, con zapatos nuevos, un set y alguna buena llamada, lo que Glenn Gould hacía con Beethoven ya no era una terapia; era un premio.