miércoles, junio 16, 2010

la ciudad



La ciudad, en cierto sentido, es justa. A partir de ahora te irá mostrando, una a una, las cosas que necesites, las cosas que debas saber. Y tú tendrás que ir entendiéndolas por ti mismo, una tras otra, conforme te vayan llegando ¿Comprendes? Esta ciudad es perfecta. Y perfección significa tenerlo todo. Pero si tú no eres capaz de asimilar de manera provechosa las cosas que te sucedan, te encontrarás con que no hay nada. Abre los ojos, aguza el oído, haz trabajar la cabeza, descifra el significado de las cosas que te muestra la ciudad. Ya que tienes corazón sírvete de él mientras puedas.

En la ciudad se toma un café, se pasea, se hacen miniplanes. Ha salido el sol y subido en sus rayos visitas tu nueva casa, la primera de tu vida: los rodapiés, el armario empotrado, las cornisas, el ajedrezado en la cocina, los listelos del baño; y te vas. Te dejas cruzar por las miradas de montera hasta llegar a una calle huertas plastificada y falsa. Un anticuario se sube a la parra. Un ciclista molesta tanto como molestan los perros y mucho más que un fumador. Calle Fuencarral: tres regalos-tres para tres amigos-tres que cumplen en la misma semana y siempre. Planeas la comida entre sms que envías y recibes. Puedes acabar con cualquiera. ¡Ups!: un rumano tiene mi nevera nueva en un carrito y quiere subirla a casa. Le abriré. Me ha pillado en la vinoteca destemplada de Chueca . Me evito otro vino blanco. Aparece una mujer como compañera comensal. Menú competitivo en Yataki. Siestón. Partido de tenis, tenso y duro; no me entra el saque pero mi juego es profundo. Un conocido a la salida de la pista. ¿Una caña? ¿por qué no? Me siento respetado por él. Vuelvo a casa. Más llamadas. Mensajes al FB. Gabilondo, mundial, zzzzzzzz.

miércoles, junio 09, 2010

cafetería



Las cafeterías con horario de oficinas se llenan y se vacían de repente. Por la manana, los desayunos de barrita con tomate son territorio de la mujer. Creo que disfrutan ese momento más que nadie. Los hombres acorbatados hablan alto y alguno hojea el marca grasiento de churros y miguitas de pan.

De repente, una taza cae y el sonido de la porcelanda corta en dos a la multitud. En un lado, la camarera; en el otro, todos los demás. La taza da un bote y todos esperamos su rotura en el siguiente. Pero ella, la camarera norteuropea, pone el pie como si fuera Torres y nos salva del estrépito. ¡Oh! la tacita ha perdido su asa. Como un caballo malherido deberá ser sacrificada .

Además, mi paraguas chorrea, una camarera sólo rocoge; no cobra. Entra una enanita. No me ponen vaso de agua y bebo a escondidas de uno volandero. Pienso en el amigo que llamó seis veces en el mismo día porque necesitaba "algo". No ha vuelto a llamar.

martes, junio 08, 2010

Entre actos



El tapicero de mi barrio tiene un pequeño local. De ahí sale, diariamente, el sonido martilleado de las grapas que se incrustan en sus nuevas residencias. Una chica muy fea cruza el sonido y el local llorando de par en par. Da mucha pena.

El otro día olvidé un importante documento en el techo de una furgoneta en Islas Filipinas. La carpeta viajó en el vehículo hasta que se bajó/deslizó en Alonso Martínez. Alguien la rescató, abrió y localizó mi número. Llamó para devolverla. Fue estupendo.

Las cebollas de mi barrio pican y aunque las pongo en vinagre un rato antes de la ensalada siguen picando. El precio de las cebollas dulces no está a mi alcance.

Este fin de semana he sido completamente incapaz de desfcifrar qué querían contarme un lugar como La Manga y una escritora como Virginia Woolf.

miércoles, junio 02, 2010

Puente beach


Este año, la playa me ha pillado con la operación bikini sin hacer, sin hawaianas y con un bañador que soy perfectamente capaz de reventar y no precisamente por el paquete.

Virginia Woolf y Dickens no congeniaron mucho. Me gusta pensar que tengo algo de los personajes de ambos. Escribe ella: era vulgar en sus ademanes, vulgar todo ella, demasiado sexual y demasiado arreglada para una comida campestre, pero tenía una cualidad envidiable: mientras hablaba la señora Manresa todos pensaban: "ella lo ha dicho, ella lo ha hecho, no yo" y así se aprovechaban de la infracción de las normas del decoro, del soplo de aire fresco, para ir tras ella, como delfines saltarines siguiendo la estela de un rompehielos.

Dice Safarti que en la vida lo más importante es la gente con la que te encuentras. Este puente veremos qué pasa en Cartagena.