Querida,

Hay un pueblo en Ávila que tiene un río y unas cuantas pozas. También hay un palacio imponente medio roto donde hoy mismo, dentro de una exposición, cuelga una humilde pieza que se llama La musculatura de la memoria. Aunque le falta arte es simpática. La pensamos entre Manuel y yo y estará ahí durante dos meses.
Si quieres puedo cocer unos huevos duros para el viaje y podemos ir a verla. Luego en el río saltaremos entre las piedras y pasaremos del frío del agua al calor de las rocas. Y cuando estemos secos tomaremos una cerveza con limón que nos despeje las sienes.
Al lado hay una casita de cristal donde podremos dormir.
Yo iría. Así, sabremos. Y te contaré la historia de aquel librespensador que a la edad de los divorcios tuvo la suerte de seguir deseando como en la adolescencia porque no había conseguido todavía nada. Bueno, había conseguido a Proust.