Filosofía líquida
Dice un crítico con respecto al último libro de Mamet: es uno de esos engreídos que por haber perdido la esperanza cree tener toda la razón.
Dice Delacroix: seré todo o nada. Otro atontao.
Unos polacos entran en una película y se van a trabajar a Londres. En los créditos la primera palabra es guión. Terminan caminando hasta Heathrow porque no tienen peniques. Me dan unas cuantas lecciones.
Luis Buñuel, Javier Gurruchaga, la tos estéril, Adolfo Aristaráin, Oliverio Girondo, Casablanca, La gata sobre el tejado de cinc, La 2, Gutiérrez Solana, Luis Eduardo Aute, Sexilia Roth, Johan Cruff, Miguel Bosé, Paco Ibáñez, Barcelona, Benedetti, Pedro Almodóvar, la calle Corrientes, Marlon Brando, Willie Loman, Scott Fitzgerald, Rothko.En la vida personal algunas cosas se le complicaban. Su equilibrio desesperaba tanto a los hombres inseguros (que eran mayoría) que terminaban por dejarla. Se enfrentaba a ellos con su herramienta preferida: la verbalización de los conflictos. Pero su objetivo no era desanudarlos. Se valía de la comunicación porque así le había ido bien, pero claro, un novio o un amante no eran ni un director de recursos humanos ni una becaria de investigación de mercados. Y la cama no era una sala de juntas, y la sartén no era un ordenador y el cajón de los calcetines no era el armario del material de papelería. La pareja era la vida real. Lo que le servía en su trabajo, su carácter conciliador trufado de cierto despotismo no valía cuando uno de sus hombres llegaba con una copa de más o cuando, después de un polvo regular, él se levantaba a poner la radio tratando de olvidar los últimos minutos de sexo previsible y accidental.
