Personajes infinitos

Ir a un sitio desconocido y no ver nada del lugar supongo que significa que tus vacaciones han sido perfectas, encerrado entre un montón de paredes que se abren (con perdón) como nenúfares, se bifurcan y te convierten en un habitante blanco residente en Nueva Orleans. Ahí dentro lo que ocurre es que se aprende a hacer el corma, muy fácil, con una cebolla picada, la salsa y algo de nata donde dejas que unas albóndigas o pollo toquen pie en el fondo de la sartén. Quien lo cocina también me enseña que los cigarrillos electrónicos ya están a punto, a un precio competitivo y con exito de crítica y público. Nuestro anfitrión, por su parte, habla de personajes infinitos de la novela decimonónima para distinguir entre narradores y literatos como Bolaño, que escribe así: se decía que el poeta y el filósofo eran amantes, pero la verdad es que no parecían amantes. Uno tenía una casa y unas ideas y dinero, y el otro tenía la leyenda y unos versos y el fervor de los incondicionales, un fervor canino, de perros apaleados que han caminado toda la noche o toda la juventud bajo la lluvia, el infinito temporal de caspa de España, y que por fin encuentran un lugar en donde meter la cabeza, aunque ese lugar sea un cubo de agua putrefacta, con un aire ligeramente familiar.
-No, no, eso es el centro comerecial de Puerto Calero.
En estos momentos, en Madrid, gotean los aires acondicionados sobre la calle cualquiera, gotean los regresos y las plantas que se encarga regar cualquier amigo gay. Supongo